domingo, 11 de noviembre de 2012

Acuarelista dominguero IV

¡No y no! Es que no quiero ir. Hoy no voy aunque sea domingo. Es que me quedan muy pocos y estoy ralentizando el final, me quedan menos de diez cuadraditos verdes por pintar. Tanto va el cántaro a la fuente y al final… sucedió el desastre. Me acechaba un presentimiento apocalíptico que no quería oír: estás abusando del tiempo y del espacio, los recursos son limitados, esto se acaba; y así fue, ya se terminó, terminé mi acuarela y la desazón me embarga, el desconcierto de perder mi objetivo. Fofito Grillo, que está muy cambiado desde que ha vuelto de viaje, me tranquiliza, me dice que empiece otra, o mejor, que empiece dos y tres a la vez, es lo que debería haber hecho, pintar varias a la vez para no terminar nunca, y si una se termina, empezar dos, como hacen los grandes maestros de la pintura, que no importa si me considero dominguero, hay que ser optimista y jugar bien, jugar al gran maestro con estudio de maestro y varios trabajos en proceso, en estudio valga la redundancia, que por eso llamamos estudio al taller aunque allí no estudiamos nada, y cuando termine una acuarela que me gusta, la repito con ligeras variaciones, el mismo trabajo una y otra vez, que no importa, ocurre en las mejores familias de grandes maestros, empiezan obras que saben exactamente cómo terminar, así que de investigación nada, de estudio nada de nada, pero el gran arte es así, un continuo no parar como borrachos que evitan la resaca desayunando con cerveza y Bloody Mary, una huída hacia delante para esquivar la desazón, dice Fofito Grillo que no calla ni debajo del agua pero me convence, así que iré, no terminaré la acuarela pero empezaré dos más; hoy jugaré al Gran Maestro e intentaré ceñirme a las aburridísimas reglas del juego.

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