La culpa no es de los artistas, es lo primero que pienso; yo
no lo creo, la culpa de todo no la tiene
Yoko Ono, por ejemplo, aunque la sentencia rima bien y Yoko Ono es una artista
conceptual con sombrero, aspecto que le confiere apariencia de impune sospechosa. Y la apariencia es importante, eso no lo niego, pero no lo es
todo. Tampoco creo que los artistas, así en general, sin importar género ni
condición, nos hayan fallado. Los artistas no fallan a nadie más que a veces a
sí mismos. Se fallan cuando fallan en concursos, se fallan cuando fallan a sus familias,
o fallan en sus ambiciones, en sinceridad, en ideas, en estilos, o mienten mal,
o fallan en sus intenciones, en trayectorias, en discursos y en bla, blá, blá. Los
artistas se fallan a sí mismos y mismas, y sí, puede que nos fallen a todos
porque todos somos artistas según nos dijo Joseph Beuys, otro sospechoso con
sombrero; todo el mundo es artista aunque haya quien no lo sepa porque no se
detiene en tal conocimiento. Hay gente que no se para a darse cuenta de que también
es artista y de que no tiene que odiar a sus semejantes y que no es justo echar
la culpa de todo a los artistas, aunque la tengan, porque sí, los artistas
tienen mucha culpa de todo porque se fallan muchas veces a sí mismos y a sí
mismas. Nos fallamos todos; y somos culpables, es lo segundo que pienso.