Tentative d’épuisement d’un lieu parisien es perfecto para una buena lumbalgia: el cuadernito de 17 x 11 cm y 50 páginas se sujeta bien con una mano y en cualquier posición. El paciente lumbálgico puede reacomodar sus riñones en busca de la postura menos dolorosa y proseguir la lectura de “lo qué pasa cuando no pasa nada más que tiempo, gente, coches y nubes” pese a que, en su retaguardia posicionada provisionalmente en la cama o en el sofá, pase de todo: pasan agujas, calambrazos, rayos y centellas. Este Octubre se cumplen cuarenta años desde que Perec se sentó en algún lugar de la place Saint-Sulpice: ocupó asiento en un tabac, en un banco a pleno sol y en dos cafés para describir y enumerar, con su creativo talento, un inventario memorable que, mientras yo leía este verano tumbado de medio lado, pensé conmemorar. Imaginé que el próximo 18 de octubre me sentaría en un café de Saint-Sulpice y, como Perec, pediría un ballon de bourgueil. Vería mucha gente pasar, no encontraría a Paul Virilio, ni a Geneviève Serreau, ni a Jean-Paul Aron, pero sí algo parecido a un épagneul?, un perro o alguien con pinta de español, porque, si no pasase nadie con suficiente aspecto español, yo mismo me levantaría y pasaría delante del café acristalado, y así, a falta de otro español menos indudable, contemplaría mi propio reflejo. Imaginé este proyecto artístico-literario-turístico para este otoño. Llegaría a París en viaje relámpago ignorando si una legión de Oulipos ocuparía, o no, todos los cafés, las terrazas y los bancos de Saint Sulpice: oulipistas o seguidores de Perec escribiendo sobre lo que pasa cuando no pasa nada más que tiempo, gente, coches y nubes. Iría sin avisar, sin una planificación detallada, no llamaría a mis amigos parisinos a riesgo de que me tildasen de rancio; no les quiero molestar, no quiero que me importunen; pasaría horas del sábado y del domingo recordando a Perec; fotografiaría y gastaría muchos carretes sin esperar el instante preciso, para eso llevaría mi M6, nada de foto digital, me imaginaba mientras pasaba otra página de Tentative d’épuisement d’un lieu parisien y posicionaba mi espalda de nuevo. ¿Escribiría además?, llevaría una libreta por si acaso. Sería improbable que me topase con un conocido aunque no imposible; quizás un amigo me sorprendiese y me recriminase por no haberle llamado, por haber reservado un hotel en vez de hospedarme en su casa cuando sé que soy bien recibido; y luego quedaríamos para cenar, ¿que haces luego?, también se mofaría, ¿te estoy estropeando el plan de emular a Perec?, ¿no ves que todo París emula a Perec hoy?, ¿no ves que hay una Concentración de Discípulos de Georges Perec en la place Saint-Sulpice?
El Malogrado (Der Untergeher). Thomas Bernhard. Traducción de Miguel Sáez. Alfaguara
Tentative d’épuisement d’un lieu parisien. Georges Perec. Christian Bourgois éditeur