sábado, 21 de enero de 2012

Algunos turistas...

...esperaron en la cola para adquirir su billete de entrada al recito de la Bienal de Venecia de 2011...

...pronto se agolparon para ver unas fotos sudafricanas...

...a las que se accedía desde Antechamber, un Para-Pabellón diseñado por Monika Sosnowska... 

...luego jugaron con la pastilla de plastilina tricolor (como la bandera de Egipto) que alguien, que se hace pasar llamar Norma Jane pero no es Marilyn Monroe, dispuso para ellos... 

 ...encontraron una moneda de 25 euros que Ryan Gander trajo del futuro y pegó maliciosamente en el suelo...

...fingieron redescubrir a Guy de Cointet aunque nunca le hubieran descubierto...

...exteriorizaron un irrefrenable alborozo ante la poesía de Karl Holmqvist...

...probaron la suerte que ofertaba el veterano Christian Boltanski en el Pabellón de Francia...

...husmearon por el Pabellón de Gran Bretaña, donde Mike Nelson les trajo a un interior confuso...

...buscaron la salida... 

...vieron la luz...

...y eligieron perderse dentro... 

...en el Pabellón de Suiza, fueron deslumbrados por los destellos de realidad que reflejaban las múltiples facetas de Crystal of Resistance...

...también se relacionaron con sus semejantes...

...aunque entendieron poco, la verdad sea dicha; menos mal que Thomas Hirschhorn les previno...

...e iniciaron un tímido acercamiento hacia la gloria de los Estados Unidos de América...

...pero no llegaron a presenciar las acrobacias de unos atletas olímpicos tan laureados...

…finalmente, dentro del pabellón de Austria no encontraron a nadie; era tan tarde que les cerraron las puertas, se vieron atrapados y cundió el pánico hasta que un guardián vino a sacarles por la puerta de servicio…

… al día siguiente, creyeron ver a Ryan a Gander tirado en la entrada del Arsenale

...pero luego estaba dentro, y especulaba...

...y, más tarde, asignaba colores a los artistas participantes...

...también visionaron películas, alguna de fantasmas, que soportaron de pie o en bancos de madera...

...hasta que se acomodaron en alguno de los sofás que había ante The Clock de Cristian Marclay, y allí corrió el tiempo... las 15:07...

...las 15:09...

...las 15:18...
...las 15:19...

...las 15:36...


...a las 5:51 se levantaron... y obtuvieron más, muchas más imágenes que ahora se guardan para no aburrirnos con el tesoro inabarcable de sus álbumes fotográficos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario