domingo, 29 de enero de 2012

Cómo hablar en público: apuntes del natural














En la siguiente transcripción de lo escrito a lápiz, los entre paréntesis diferencian las palabras del ponente de las del moderador; también corrigen y añaden datos a lo apuntado en cada sesión, datos erróneos e incompletos por problemas de audición, por escritura apresurada o porque el escribiente no supo transcribir algún nombre.


(PRIMER DÍA: LA PINTURA)

(Francisco Calvo Serraller presenta al ponente)
Eduardo ha tocado todos las teclas…, también se ve mucho su diversidad, la transversalidad... Ha cultivado toda suerte de géneros literarios. La propia virulencia.

(Eduardo Arroyo habla)
Por ejemplo el cartelismo, hoy la cartelística no existe. Que Duchamp se había convertido en un Gurú. Aquello fue bastante duro. Aquello fue la INTEMERATA. Y nosotros lo hicimos en efigie. André Breton movilizó todas sus fuerzas: una banda de fracasados. He vendido absolutamente desde el primer cuadro que pinté. Cada uno estábamos con su parienta y se acabó. Pasábamos todo el día pintando. Es que, claro, a los 25 años yo ya había expuesto no sé cuantas veces. Aparezco como un gran intelectual por escribir sobre Panamá (Al Brown). Yo pinto todos los días, te lo digo francamente. La abstracción, seguramente, aunque pueda parecer raro, a mí la abstracción… En aquella época, los franceses me enseñaron a meterme en cuadros muy grandes. Nadie conoce a un pintor como Télémaque. A mí no me gusta hablar de todo esto, para mí no tiene interés. Sin darme absolutamente cuenta, me hice pintor, repito, prácticamente sin darme cuenta. “El asesinato de Marcel Duchamp”, yo no conozco ninguno más que haya sido tan escandaloso como esta serie de cuadros nuestros. Bueno no he venido aquí a hablar mal de Duchamp pero… Pintaba animales encerrados en el Zoo, una serie de obras con un agravante grande. Las cosas que no hacía yo las hacía Gilles (Aillaud). Y luego estaba una del grupo surrealista… era una poetisa bella, egipcia, muy exaltada, muy guapa, y sacó una cuchilla y rasgó la cara de Recalcar (Recalcati). 5000 artistas leoneses es una cosa típicamente duchampiana. Lo que yo en cierto sentido soy… yo hago una cosa que es inevitable para mí… yo veo la reproducción de un cuadro, si la obra está bien, es inevitable, no puedes pasar hoja, yo lo hago, voy a la galería donde trabajo y le digo: esto está bien. (Luego nunca me hacen ningún caso, naturalmente). Yo te lo digo francamente, esa batalla tiene que explotar.


(SEGUNDO DÍA: LA LITERATURA)

“El trío calaveras”, yo había visto una cosa de Malraux, y de James Lord, el biógrafo de Giacometti produjo otro trío de biografías, hice un texto sobre Walter Benjamin, otro sobre Goya, me metí en ese jardín, ese Goya último y a través de Walter Benjamin, lo que pasa es que Walter Benjamin es un filosofo muy particular. He trabajado mucho en Alemania, volviendo al tema del suicidio, de todas las atrocidades protagonizadas por los nazis, lo que me ha interesado era esa gente que no había podido soportar el sistema y se había suicidado y eso me condujo a hablar de estos intelectuales, y eso es lo que yo, me llevó a escribir y el hecho vergonzoso en España: Walter Benjamin lo único que tenía que hacer es conseguir llegar a Lisboa, cuando llega a Portbou, un aduanero  español (un miserable) le dice que lo entregará a La Gestapo. Y luego un personaje curioso que me han regalado, cuando uno escribe le regalan, el gran poeta Lord Byron. Las Byronianas son abundantes, pero me dí cuenta que había una pequeña laguna. Es que Byron era boxeador. Hizo siete combates. Me dí cuenta que ese tema sobre Byron me había tocado. Escribí este trío. El texto de “El trío calaveras", los tres murieron en el exilio. Un texto bastante consistente en cuanto a páginas. Yo soy muy amigo de los testamentos y he hecho muchos. Este tema de los testamentos apócrifos, el que te quiere legar todo y no tiene nada. Stendal (Stendhal) es el escritor en lengua francesa que releo mucho. Hizo catorce testamentos en vida. Y es un texto… aquello autobiográfico. El tío abuelo de mi mujer es Gumersindo de Azcárate, es un personaje muy interesante, entre otras cosas produjo “Minuta de un testamento”, un libro muy curioso, un galateo. Lo falso me interesa mucho, el plagio, y también los códigos de conducta, los galateos que a mí asiduamente me interesan bastante, vivo intensamente el mundo de los libros, algunos autores, me interesa particularmente el vagabundeo, “El Danubio” de Claudio Magris me interesa mucho, y Shebald (Sebald), un escritor que murió joven, esa literatura del vagabundeo, esa literatura que no conduce a ninguna parte, no la practico, pero algo sí, las lecturas llevan inmediatamente a la escritura y viceversa, estoy casi siempre escribiendo temas desordenados, algunos encargos, que quiero reivindicar, “Una guía del Prado”, una guía de tantas, en fin yo he hecho una guía del Prado, una mirada apasionada, desenfadada, he querido hablar de pintura de la pintura. Y otro libro que puedo hablar yo ya porque… ahora puedo decir que hay un editor en Buenos Aires que ha solicitado un texto preciso, quiere como cernir una colección y me ha encargado “La lucha de Jacobo y el ángel”: un texto religioso pugilístico. Y un texto de un mundo que a mí me ha fascinado mucho, y creo que a ustedes también, es el mundo de la máscara. De lo oculto, el difuso, el escondite, la ocultación, eso me interesa mucho. Lo que la máscara cubre, y consigo francamente ir más lejos de mi obsesión.

(Interviene Francisco Calvo Serraller)
En realidad en cierta manera un poco yo sé que también hay una profunda unidad.

(Continúa Eduardo Arroyo)
Agradecerles su presencia otra vez, porque también, en cierto sentido también a mi me ayuda. Lo que ha hablado Paco no es una coquetería y soy un hombre tremendamente involucrado en la literatura. Mi biblioteca es una biblioteca activa, constante. Primero hay la literatura extranjera y española. Yo en realidad no soy muy consumidor de literatura artística. A mí me interesa mucho los pintores que escriben, y luego cosas raras, el suicidio, siempre me ha fascinado el concepto del suicidio, y la opinión, el concepto que tienen los extranjeros de nosotros, y la visión de la guerra civil, la visión del otro. Yo tengo una obsesión: cuándo será el último cuadro. Una imagen que me dejó helado, Renuar (Renoir), el viejo Renoir tenía atados a la mano los pinceles para que no se le cayera(n), es una cosa que siempre me ha sondado, este “El último suspiro” lo dice Buñuel. Siempre hay una especie de desprecio larbado (larvado) de la última obra del pintor. Al mismo tiempo no pienso nunca en el libro que voy a escribir. Trato de ir adelante, cuadros muy complicados, muy grandes… porque la literatura es muy complicada. En fin, yo estoy bastante acostumbrado. Yo soy completamente español, yo no preparo nunca nada, es una completa improvisación, esta experiencia. Esta experiencia me ha ayudado, para pensar tengo que sentir la formulación.

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