viernes, 21 de octubre de 2011

Aventuras musicales

Rodolfo Martín Villa apareció en la pantalla. Era un programa musical que rememoraba una de sus actuaciones estelares en la transición española. Vaya flema se gasta don Rodolfo. “Sí, las cosas salieron así, hubo víctimas entre los trabajadores pero la culpa no fue de la policía. Algunos familiares nos preguntaron si veníamos a rematar a los heridos cuando fuimos a visitarlos al hospital. Lo de ir al hospital fue idea de Fraga. Nunca he vivido una guerra, pero aquello debía de ser lo más parecido a una ciudad en guerra. Sí, así fue…” No sabría decir si ponía cara de resignación o de poker, porque era la cara de Martín Villa detrás de unas gafas no tan grandes como aquellas que usaba cuando era político de la transición.
Empecé a imaginar la remota opción de conocer a don Rodolfo porque me había presentado a unas becas de creación artística que convoca la Fundación en la que ejerce de presidente honorífico. Quizá pudiera saludarle, entablar amistad. Después, en un requiebro de mi estúpida fantasía, le invitaba a pacharanes por Sanfermín y luego a kalimotxos por las txosnas deVitoria-Gasteiz durante la Virgen Blanca.
–¡Tú estás tonto perdido!
–Fofito Grillo, ¡cuánto tiempo! Tienes razón, sería preferible ir de pacharanes y kalimotxos con Kate Moss que con Martín Villa, pero me ha surgido así. Es una fantasía ridícula.
–Yo no critico tus ensoñaciones, recuerda que ahora hablamos en tu imaginación. Te llamo idiota por tu insistencia en presentarte a becas que nunca te darán.
Así ha sido. El profesionalísimo jurado de esta convocatoria no me ha concedido ninguna beca. Entre nada más que 926 artistas de España no soy uno de los cinco becarios, no ha podido ser: soy más malo que el puto sebo. ¡Qué desastre! Me lo advirtió Fofito Grillo. “No te presentes, ¿no ves que el jurado lo compone el equipo de siempre, con el grupito de tres señores y la señora que acuden juntitos a repartir becas y a seleccionar artistas en las bienales y concursos en los que nunca te dan más bola que la de dejar tus solicitudes en el montón de los mantas? ¿Y cómo se te ocurre enviar ese libro en el que halagas las nutridas carrilleras de los señores jurados y les llamas tragaldabas? ¡Vaya forma de malgastar los 15 euros en sellos que te ha costado enviar la documentación!
Ahora Fofito Grillo me mira con su cara de “¿No ves?, te lo dije”. Pero no parece enfadado del todo, intenta ponerse serio y está aguantando la risa.
–Que no me río, que no –dice apretando las mandíbulas a punto de estallar.
–Mira Fofito Grillo, si hubiesen abierto el libro, que no lo creo, lo de “tragaldabas” no lo habrían leído porque no han tenido tiempo de leer nada, y mandé el libro porque ya estaba impreso, con sus fotitos a todo color, y no me costó más esfuerzo que el de meterlo en un sobre y pagar los 15 euros de sellos. En los tiempos que corren, no es malo tender un hilito de esperanza. Lo cierto es que hasta que no vi a Martín Villa en la tele no me acordaba de sus becas. Me ocurre con la lotería, no me acuerdo del boleto y luego ni miro el resultado.
–Pues deberías mirarlo porque es más fácil que te toque el gordo de navidad que conseguir una beca cuando el jurado es la Familia Telerín, la Familia Trapisonda o cualquier otra familia de jurados que reparten becas por España. Incluso si no compras ningún boleto, es más probable que te toque el gordo. Y da igual el jurado, ya no tienes edad para ir de becario.
–Que sepas que en esta edición han concedido becas a artistas más viejos que yo –le digo.
–Pues… Nos dejaaaron en derrooota –empieza a cantar.
Y como tantas veces tras la resolución de un concurso, entonamos a coro este himno de Les Luthiers que nos recuerda la guerra de dossieres, la contienda de artistas, y el resultado de las escaramuzas.

Al terminar, Fofito Grillo me conmina a felicitar a los vencedores.
–Deportividad ante todo.
–¡Con lo poco que me gusta la gimnasia!

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