jueves, 30 de septiembre de 2010

En bicicleta

D. Hamilton, "Sanit-Tropez 1973"

¿Rin-rin?, ¡vaya mierda de timbre! un rin-rin sordo. Yo miro mi camino. Pero no el camino así en general, no mi destino. Lo que miro es la superficie de un asfalto flojo para peatones. El camino no tiene interés. Lo conozco. Es un sendero peatonal, cuesta arriba y empinado. Comunica mi barrio con el centro de la ciudad y sube en medio de un jardín con árboles limitado por una carretera de tres carriles, dos para subir y uno para bajar, por la que no circulan demasiados coches. En horas punta sí. Se crean embotellamientos a las ocho menos cinco de la mañana y luego a las tres menos cinco de la tarde. Pero ahora no, ahora apenas pasan coches. Al rin sordo le sigue como un restregar de suelas contra la gravilla. ¿Raspar de suelas? Pero los zapatos no llevan timbre… Derrapar, la palabra es derrapar. Alguien se la va a pegar. Alzo la vista. La cesta y la rueda delantera de una bicicleta de señora vienen hacia mí y la señora detrás que encoge el cuello, levanta los codos, se agarra al manillar con la espalda erguida prolongando su columna vertebral con la barra del sillín. Parece que la han clavado en la bici de golpe, que la han empalado en ese momento. ¿Por eso toca el timbre? ¿Por eso lleva la cara descompuesta, con la boca torcida, la barbilla apretada contra el pecho y estira la quijada hacia atrás? Me apunta con la rueda, me aparto a un lado. La rueda me sigue y me echo al otro, hace un quiebro, me sigue apuntando, me da igual, derrapa, esta tía se mata antes de alcanzarme. Tengo que saltar, me lanzo fuera del camino, la rueda intenta seguirme pero la señora mantiene la bici en la superficie asfaltada y pasa gruñéndome a un metro de distancia. Por fin suelta el freno y baja libremente por la empinada pendiente. Detrás viene sonriendo un hombre calvo en Bicicleta Todo Terreno B.T.T. ve-te-a-tomar..., a toda pastilla. Lamentable ausencia de melena. Te quedaría bien al viento, así como vas de contento, volcado sobre el manillar con cara de velocidad. Y tu mujer casi se mata, la tía. Por mi culpa, por mirar al suelo. Yo subía despacio. Ella bajaba a toda caña. Ha derrapado, me podía haber incrustado toda su bicicleta femenina, primero la cesta y después todo lo que venía detrás. Menuda hostia. Una bicicleta rosa, con faro, ruedas grandes, guardabarros cromados, con cesta metálica delantera y parrilla trasera. Una bici retro, nada de aluminio ni aleaciones ligeras, de acero bien pesado como las de antes, las de las pelis jipis de los 70. Un ángel de la guarda me ha salvado. ¿Que pinta tienen los ángeles? Me acuerdo de Bilitis y el musgón David Hamilton. Sus niñas, ángeles desenfocados con filtro sott focus “hamiltoniano” se han hecho mayores y una se ha convertido en esta señora, una bilitis tañuda, que ha pasado a mi lado con su bici retro para decirme algo, gruñirme, mandarme al otro barrio, o por lo menos a sacarme del camino. ¿O al ángel era el calvo?, ¿por eso me sonreía entonces? ¡Ponte pelo, anda! Haz como Nicolas Cage que estaba medio calvo cuando hizo de ángel en una lastimosa película titulada City of Angels, y después se puso microinjertos capilares y se estiró la cara con un lifting hasta que le quedo así, como de señora mayor, algo rara para un galán de Hollywood. La vida va deprisa, derrapando cuesta abajo en bicicleta, .

No hay comentarios:

Publicar un comentario