sábado, 23 de junio de 2012


–¡No puede ser –exclamé. ¡¿Así que este maravilloso poema no es más que una funda en cuyo interior pululan unas cerdas, olés y ayes?! ¡¿Y si usted pone en su máquina los más notables monumentos de literatura, las más elevadas obras del genio humano, poemas inmortales, sagas, obtendrá balbuceos inarticulados?!
–Es que son balbuceos –contestó fríamente el capitán–. Unos balbuceos de diversión. El arte, la literatura, ¿sabe usted para qué sirven? Para desviar la atención.
–¿De qué?
–¿No lo sabe?
–No…
–Muy mal. Debería saberlo. En este caso, ¿qué hace usted aquí?
No contesté. Con la cara rígida, tensa como la piel de un tambor, dijo en voz baja:
–Un cifrado traducido sigue siendo cifrado. El ojo de un profesional lo despoja de un camuflaje tras otro. Es inagotable. No tiene límites ni fondo. Se puede ir atravesando sus estratos, cada vez más inaccesibles, más profundos, pero es un viaje sin término.

STANISLAW LEM
MEMORIAS ENCONTRADAS EN UNA BAÑERA”. Página 85

Traducción de Jadwinga Maurizio
Stanislaw Lem, 1961
Edhasa, 1987


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