A veces las cosas cambian (no sé si es a mejor). Y las costumbres y las bestias se reforman. Antes, el otro vecino, el dueño de la casa y de la cornisa, destruía los nidos con una escoba y sólo llegábamos a ver los cercos de barro: unas circunferencias grises. Ahora, o se ha hecho más tolerante, o se ha aburrido de la insistencia de los aviones, o teme una multa del ayuntamiento y la junta de Extremadura o alguien le ha explicado que los aviones son excelentes insecticidas. El caso es que los deja en paz y conté en su casa hasta nueve nidos. Antes, tendía la ropa debajo de la cornisa y de los nidos, y los aviones se la decoraban con graciosas cagaditas. Muchas, muchas cagaditas porque los aviones comen cantidad (en la Wikipedia dicen que cada día comen lo equivalente a su propio peso en insectos voladores. Eso son muchas digestiones de mosquitos trompeteros). Quizás el otro vecino se haya comprado una secadora.
Mucha ternura en un mundo tan bestia. ¿Será lo mismo?
ResponderEliminarA veces las cosas cambian (no sé si es a mejor). Y las costumbres y las bestias se reforman. Antes, el otro vecino, el dueño de la casa y de la cornisa, destruía los nidos con una escoba y sólo llegábamos a ver los cercos de barro: unas circunferencias grises. Ahora, o se ha hecho más tolerante, o se ha aburrido de la insistencia de los aviones, o teme una multa del ayuntamiento y la junta de Extremadura o alguien le ha explicado que los aviones son excelentes insecticidas. El caso es que los deja en paz y conté en su casa hasta nueve nidos. Antes, tendía la ropa debajo de la cornisa y de los nidos, y los aviones se la decoraban con graciosas cagaditas. Muchas, muchas cagaditas porque los aviones comen cantidad (en la Wikipedia dicen que cada día comen lo equivalente a su propio peso en insectos voladores. Eso son muchas digestiones de mosquitos trompeteros). Quizás el otro vecino se haya comprado una secadora.
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