miércoles, 1 de diciembre de 2010

Inevitable, inapelable, irreparable



Fue inevitable que al recordar mis ideales de adolescente la frase llamase a las puertas de mi cerebro. “Estos son mis principios, si no les gustan tengo otros”. Groucho Marx inapelable. Y personaje muy citado, más que Karl Marx y menos que Oscar Wilde. Entre los autores de frases célebres hay nombres de influencia tan desigual para la inteligencia como Einstein o Rabindranath Tagore. Este ha perdido hoy algo de vigencia pero se leía muchísimo en paredes y almanaques de bolsillo. Lo de Tagore venía acompañado por una agresión estética impresa en póster o calendario de cielo rojizo, horizonte a contraluz y cursivas en blanco que superponían el aforismo en la imagen. Espeluznante visión. Si, bajo el póster, en la misma habitación giraba Juan Salvador Gaviota en su disco de Neil Diamond, produciría un daño sensorial irreparable, peor que el de las "Lecturas para minutos" de Herman Hesse. Auténticas bombas de racimo. La vida se carga de peligros tanto en bibliotecas como en espacios bélicos.

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