lunes, 14 de julio de 2014

El dramaturgo se sentó en la mesa redonda pero las mesas redondas no son redondas

Arrabal sobre su mesa 
En los auditorios de museos y centros culturales se convocan mesas redondas en las que cuando asisto, como oyente o como participante mesorredondista, me encuentro mesas en hilera horizontal. Mesas en línea frente al público. Mesas alargadas que parecen rectangulares. En los coloquios de la televisión sí veo mesas redondas. Sé que están en platós, en decorados frente a cámaras para la emisión o grabación del programa. Fuera de los rayos catódicos y de las pantallas LCD las mesas redondas no se ven redondas. Debe de tratarse, una vez más, de la percepción desde diferentes dimensiones. En las pantallas planas de los televisores todo se mueve en una dimensión menos que en el sofá desde donde miramos, pero, cuando asistimos a un centro cultural, los conferenciantes y el público nos movemos en el mismo terreno, en la misma dimensión; sin diferencias, como en Planilandia; por eso los conferenciantes mesorredondistas se ven planos, dicen planitudes y por eso desde nuestro asiento plano una mesa redonda se ve como una línea horizontal, como una mesa en hilera frente a un público que no puede apreciar si es redonda o cuadrada.

Estas dos mesas se disponían en hilera para acoger la mesa redonda sobre la cultura que acompañaba la exposición "Paisajes después de la batalla" en el Centro de Arte Contemporáneo Huarte, el 4 de mayo de 2011.

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