sábado, 12 de febrero de 2011

La cuarta dimensión

El hipercubo o teseracto se define como la generalización de un cubo a la cuarta dimensión. Dalí no pintó un hipercubo. Pintó el desarrollo de un hipercubo en tres dimensiones. El desarrollo de un cubo presenta sus seis caras cuadradas en dos dimensiones y el desarrollo del hipercubo de cuatro dimensiones representa sus ocho caras cúbicas en nuestras tres mundanas dimensiones. Yo nunca vi un hipercubo porque mi cerebro y ojos de batracio no dan más de sí. Dalí era un genio. Tal vez sí visualizaba el hipercubo. O tal vez no; si a sus ojos saltones les correspondiese otro cerebro de batracio, no le importaría lo más mínimo no poder verlo para hablar del hipercubo y pintarlo con toda naturalidad, o naturalismo.
¿Quién ha visto un hipercubo?, ¿os acordais de Jimenez del Oso con aquellas ojeras prominentes?, ¿vería Jimenez del Oso los hipercubos? Hay que tener párpados desarrollados, párpados en 4-D cuyas formas abultadas sumen el volumen de una hiperesfera para compensar un cerebro terrenal y entender que ese cubo dentro de otro cubo que llaman hipercubo es más una proyección del hipercubo que el hipercubo mismo. Algunos escultores lo obvian y plantan monumentos con esa forma de escultura hipercubo. Son de las estructuras más feas que nos podemos topar. Como un búnker en hormigón, piedra o mármol: no tienen cuatro dimensiones.
Dalí defecaba por las mañanas aquellos cuernos de rinocerontes incoloros e inodoros, en Portlligat, los días de gracia, que eran muchos. Yo ahora creo que eran fracciones de un monstruo de cuatro dimensiones que llevaba dentro. Un cuerpo de cuatro dimensiones no podríamos verlo en nuestro mundo de tres, sólo podríamos apreciarlo en algunas partes sublimes, como esos cuernitos ultradimensionales que surgían de los intestinos del divino ampurdanés.


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