Las coincidencias que llaman tu atención no inspiran el ánimo de nadie, créeme; esas coincidencias en las que te fijas no merecen ni mención, ni mucho menos ser publicadas. Recuerdas la media morcilla en la carnicería que se parecía tanto a un retrato de Alexandre Dumas fotografiado por Nadar: la viste, sí, pero no hace falta que lo cuentes.
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