“Me arrastré hasta donde se encontraba mi amigo Larry, el capellán irlandés del regimiento, quien blasfemaba mejor que cualquier aficionado. “¡maldito medio gabacho!”, gruñó. “si no querías estar aquí, ¿por qué carajo volviste?” Reconfortado así por el clero, saqué mi segunda Contax y empecé a disparar sin asomar la cabeza.
Desde el aire, Easy Red debía parecer una lata de sardinas abierta. Las fotos hechas desde el ángulo de esta sardina no mostraron más que botas mojadas y caras verdes.[...]
El siguiente obús cayó entre el alambre y el mar, y todas las piezas de metralla encontraron un cuerpo en que incrustarse. El cura irlandés y el médico judío fueron los primeros en levantarse en Easy Red. Hice la foto. Cayó otro obús, aún más cerca. Yo no me atrevía a quitar el ojo del visor de mi Contax y disparaba frenéticamente una y otra vez. Treinta segundos después, la cámara se atascó: se había terminado la película. Rebusqué en el macuto en busca de otro rollo. Lo encontré, pero mis manos mojadas y temblorosas lo echaron a perder antes de que pudiera colocarlo en la cámara.
Me detuve por un momento y fue entonces cuando empecé a pasarlo mal.
La cámara vacía me temblaba en las manos. Era un nuevo tipo de miedo el que me sacudía el cuerpo de pies a cabeza y me crispaba la cara. [...]”
Robert Capa. “Ligeramente desenfocado”. Página 172. La Fábrica Editorial, 2009. Traducción: Miguel Marqués
Yo quería saber como era la segunda Contax de la que habla Robert Capa en su novela autobiográfica “Ligeramente desenfocado”. Podía imaginar que la segunda Contax era igual que la primera aunque Capa habla más de su segunda Contax; y entendía que la primera era la primera en la que se terminaba el rollo y la segunda era la que quedaba cargada y disponible, y así, ambas cámaras se alternaban y eran primera o segunda cuando les tocaba. Pero, el día D, Capa termina el rollo de la segunda Contax e intenta cargar la cámara; no especifica si cambia de Contax, hace una elipsis narrativa; no lo cuenta: o quiere cargar la segunda Contax, la que tiene en la mano, o cualquiera, porque las dos cuelgan vacías de su cuello. A mí me parece que se trata de la segunda. Nos cuenta que el día D, en la playa de Saint-Laurent-sur-Mer, por la humedad y por el miedo, las manos le temblaban de tal forma que no fue capaz de cargar el último rollo en la Contax; releo, y ya no sé bien de qué Contax se trata, no dice si ha sacado la película de la segunda o si carga la primera aunque, si la primera guardase un rollo terminado durante el combate, lo normal sería abrir la Contax en uso, la segunda, sacar el rollo gastado, cargar el nuevo, cerrarla y seguir disparando esa cámara a la espera de un momento de calma para cargar la otra, y, cuando completase el rollo, la otra pasaría a ser también la segunda, y así, turnando el puesto, las dos serían segundas o primeras.
De hecho, poco más adelante, en el mismo párrafo y en los siguientes, Capa retrocede y alcanza un pequeño barco de donde salen enfermeros con cruces pintadas en los cascos y allí encuentra el momento para cargar las cámaras.
“El barco comenzó a escorar, así que el capitán decidió comenzar a separarse lentamente de la playa para intentar llegar al buque nodriza antes de que nos hundiéramos. Yo bajé a la sala de máquinas, me sequé las manos y les puse nuevos rollos a las cámaras. Subí de nuevo a la cubierta a tiempo de tomar la última foto de la playa cubierta de humo. Luego fotografié a la tripulación mientras se hacían transfusiones de sangre en cubierta. Una barcaza pasó junto a nosotros y nos evacuó del barco que ya comenzaba a sumergirse. Pasar a los heridos graves del barco a la barcaza con el mar crespo fue una tarea difícil. Ya no tomé mas fotos; estaba demasiado ocupado transportando camillas.[...]”
Página 173
No debería darle más vueltas, esto todavía no es una tesis doctoral fotográfica. Podría suponer otras variables: Capa cargaba las Contax con diferentes tipos de película, opción que ni se insinúa en la novela y que supongo errónea en ese periodo de guerra; o Capa armaba cada cámara con una óptica diferente, opción que contrasto con las imágenes que acompañan la novela. Distingo entre las fotografías rectangulares, las de las Contax, lentes más cortas y más largas. Pero esta variable se podría confundir con la de cargar ambas cámaras, alternarlas cuando el carrete se acaba y cambiarles la lente indistintamente, y, si tuviera que decantarme por esto, supondría que la segunda Contax de Capa era la de óptica más larga. Las suposiciones me dejan en callejones cerrados, y la curiosidad me empuja a salir de los callejones, abrir una puerta, no suponer, mirar, y como Robert capa saltar con paracaídas a riesgo de caer sobre las copas de los árboles en terreno enemigo y quedar colgado de las ramas a merced de los francotiradores; o aterrizar en el barro, quedar enredado entre arneses, cuerdas de paracaídas y lodo hasta ser hecho prisionero, que es que más o menos lo que me ocurrió.
Aterricé en un foro de Fotografía mientras buscaba la segunda Contax de Robert Capa. Caí en todo el fango de un foro donde alguien aseguraba que Capa se inventó la historia del laboratorio que destrozó sus fotos del día D, cuando, en realidad, se cagó en los pantalones: “se sh** en los pantalones”, leo, porque mi navegador Chrome tiene un traductor automático que no me permite leer en inglés directamente, y, si yo no domino inglés, mi navegador Chrome no tiene imaginación y no sabe que sh** es autocensura del forista fotógrafo que dice que Capa se cagó en los pantalones y no hizo ninguna foto aceptable y por eso inventó luego una excusa; el forista es muy exigente, si él hubiera estado allí, habría fotografiado las balas que se acercaban a su entrecejo con el tiempo de exposición y la velocidad de obturación ajustadísimas para representar una profundidad de campo exquisita: la punta de plomo nítida y el resto de la bala en desenfoque progresivo, ¿cómo denominan a eso los foristas fotógrafos?, ¿un bokeh precioso? Incluso, conforme vería acercarse la bala, el forista fotógrafo, todo un prodigio de inteligencia y habilidad humana, habría cambiado el Summicron por el Summilux para, aparte de ajustar esa velocidad alta y enfocar con precisión la punta roma de una bala alemana acercándose al propio entrecejo, aparte de eso, fardar de óptica un montón frente al enemigo. Pero Capa escribe que llevaba Contax, y especifica que días más tarde, en Bélgica, llevaba dos Contax y una Rolleiflex. No importa, porque el forista duda, quizás Capa llevase Leicas, los foristas son así, no se creen nada, y hacen bien, porque “Ligeramente desenfocado” es una novela, y los nombres están cambiados y Capa fantasea bastante para aportar dramatismo, interés y humor a la cosa. Dramatismo escrito porque la guerra nunca se llega a fotografiar del todo, nos cuenta; y el libro se ilustra con fotos de guerra que no se ajustan exactamente al relato. Quizás Contax le pagaba por decir que usaba Contax, hubiera sido lo apropiado y Capa sabía trapichear –Cartier-Bresson atestigua más tarde que, aunque Capa parecía el miembro fundador menos responsable, fue quien al principio mantuvo la agencia Magnum a flote, porque era quien sabía regatear y negociar, un experto trapichero–, pero no sé si en tiempos de la guerra el marketing de equipaciones fotográficas iba por esos derroteros; en la novela, Capa describe sus relaciones con las revistas, agencias de prensa, relaciones públicas, ventas y contratos de sus fotografías. Si hay retratos del propio Capa con dos Contax al cuello, no es suficiente prueba para el forista fotógrafo, que sigue dudando.
Sobre el fin de las fotos del desembarco Capa escribe esto:
“Siete días más tarde, me enteré de que las fotografías que había tomado en Easy Red se consideraban las mejores del desembarco.
Sin embargo, un emocionado asistente de laboratorio había aplicado demasiado calor al secar los negativos; las emulsiones se fundieron y se destintaron ante los ojos de toda la oficina de Londres. De ciento seis fotos que había tomado, sólo se pudieron salvar ocho. Los pies de foto de las fotografías, desenfocadas por el calor, decían que las manos de Capa habían temblado violentamente.”
Robert Capa. “Ligeramente desenfocado”. Páginas 174,175. La Fabrica Editorial, 2009. Traducción: Miguel Marqués
"...Si hay retratos del propio Capa con dos Contax al cuello, no es suficiente prueba para el forista fotógrafo, que sigue dudando."
ResponderEliminarYa lo dijo Wislawa Szymborska: "A veces aparecen personas con una resistencia excepcionalmente vigorosa a los hechos evidentes"
ya, pero es que tampoco hay que fiarse, ya sabes, todo puede ser preparado de antemano, de hecho todo se planifica por un objetivo previo: La trama Contax.
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